Conocida como guanábana o graviola («sursop» en inglés), Annona muricata es un árbol cultivado en muchas partes del mundo gracias a su refrescante y sabroso fruto.
Se encuentra en bosques de Asia, África o en muchos países tropicales de América, incluyendo Costa Rica, Colombia, México, Brasil, Puerto Rico, Cuba, Perú, República Dominicana y en gran parte del Caribe, además de China, Australia y otros lugares del mundo.
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Usos tradicionales de la guanábana
En su libro ‘Plantas medicinales, aromáticas o venenosas de Cuba’, el botánico cubano Juan Tomás Roig y Mesa señala que en su país la decocción de hojas se usa tradicionalmente para «los catarros y la tos» y se aplican como fomentos «contra las inflamaciones» y para «lavar los pies hinchados».
También se apunta que la decocción de hojas es «diaforética» (es decir, aumenta la
sudoración), además de tener «propiedades antiespasmódicas y estomáquicas«, «muy útil contra las indigestiones» y para facilitar «las digestiones difíciles».
La medicina popular la ha usado para tratar fiebre, hipertensión, inflamaciones, enfermedades respiratorias y de la piel, ciertos parásitos e infecciones bacterianas, diabetes y cáncer.
La preparación más empleada en la medicina tradicional es la decocción de la hoja, raíz, corteza o semilla.
En Brasil la decocción de hojas se utiliza como analgésico, mientras que en Cuba y México para tratar molestias asociadas con la gripe, el resfrío o el asma.
Pueblos nativos de Malasia empleaban las hojas de A. muricata para tratar parásitos en la piel, así como internos.
En América del Sur la fruta se usa como galactogogo -para aumentar la producción de leche materna-, para tratar enfermedades diarreicas, cardíacas y hepáticas, o contra parásitos intestinales.
Según destaca una revisión publicada en julio de 2018 en el Arabian Journal of Chemistry, si bien hay estudios in vitro e in vivo que sustentan muchos de los usos tradicionales de la guanábana, no poseen «validación clínica».
Los autores señalan que no existe evidencia científica sobre su eficacia, por ejemplo, «en el tratamiento del tracto respiratorio, las afecciones cardíacas y renales, el tratamiento de mordeduras y picaduras de animales y los tratamientos contra la obesidad«.
¿Guanábana para el cáncer? ¿Qué dice la ciencia al respecto?
Otra revisión de bibliografía publicada en 2010 en la Revista Cubana de Plantas Medicinales advierte que no se encontraron resultados experimentales suficientes para fundamentar «la supuesta milagrosa acción anticancerígena» de la guanábana.
Allí se aclara que los estudios sobre su actividad anticancerígena se llevaron a cabo in vitro – en cultivos celulares- y con principios activos extraídos de partes de la planta (sobre todo, semillas y hojas), lo cual «limita más la posibilidad de que partes frescas, como el fruto, o sus extractos puedan tener el efecto que se le atribuye«.
Además, dicha revisión sostiene que debe tenerse cuidado con el consumo de esta especie – especialmente, las partes con mayor concentración de acetogeninas y alcaloides isoquinolínicos (semillas y hojas) – como alimento o como recurso medicinal tradicional, dados «los reportes de posible neurotoxicidad».
La Dra. Cassileth del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de New York publicó en 2008 un artículo en Oncology (Williston Park, N.Y.), donde advierte:
«La graviola demostró efectos anticancerígenos in vitro, pero no se ha estudiado en humanos. A pesar de la falta de datos en humanos, muchos sitios web promueven la graviola a pacientes con cáncer según el uso tradicional y los estudios in vitro. Se requiere precaución ya que no hay evidencia de su seguridad o eficacia«.
La web del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center destaca que estudios de laboratorio demuestran la eficacia de la guanábana contra ciertos tipos de células cancerosas, por contener sustancias químicas llamadas acetogeninas.
Pero alertan que las sustancias derivadas de la guanabana «pueden dañar las células nerviosas y causar efectos secundarios neurológicos similares a la enfermedad de Parkinson«.
Además, mencionan estudios en animales que sugieren que su uso a largo plazo puede aumentar el riesgo de otras enfermedades neurológicas.
Por su parte, la Asociación de Cáncer de Sudáfrica (CANSA) expresó en 2013 su posición, resaltando que si bien no se discute el hecho de que la guanábana pueda tener «propiedades anticancerígenas en pruebas de laboratorio«, o «características prometedoras en la lucha contra las células cancerígenas«, no se puede promover su uso «para el tratamiento del cáncer hasta que haya suficiente evidencia científica de su seguridad y eficacia al respecto«.
Sirviendo hoy como terapias alternativas o complementarias a las tradicionales, las plantas medicinales han sido utilizadas por el ser humano desde tiempos ancestrales, a lo largo de diferentes regiones del mundo.
Gracias a sus naturales e íntimas propiedades terapéuticas, cada una presenta su propio contenido de principios bioactivos benéficos para el tratamiento de ciertas dolencias, enfermedades o problemas de salud.
Pese a sus probadas bondades y a la variedad de estudios científicos que validan sus beneficios, Dr Yuyo insiste en que las plantas medicinales no deben sustituir arbitrariamente los medicamentos tradicionales, siendo conveniente informarse de raíz y a fondo acerca de los modos de ingesta y dosificación, sus contraindicaciones posibles, su interacción con ciertos fármacos, entre otros riesgos asociados.
Luego…
¡Disfrute de su té, aceite esencial o inhalación de los yuyos que lo curen…!